¿Cuantas son las veces que hemos embarrado nuestras manos?
Han sido mucho los días que sostengo un nudo en la garganta, al ver entre tantas, estas miradas.
Y son pocas las respuestas que obtengo, al solo cuestionar, esta vida en si. Es una sola paradoja, la que en el silencio me lleva. Entre un cuarto oscuro, y el sol entre las rejas, los restos de un niño en el balcón, custodiado, abrumado.
¿En algún momento, hemos pensado en el porvenir de la muerte inesperada?
Esta idea, descabellada, de entre tantas, es la que nos infunde al siguiente paso... El amor.
El amor, el único y profundo momento que encontramos entre un ser que ha pasado a desencadenar nuestra turbia melancolía, tan solo una bella y sensata sonrisa.
Muchas son las cosas que hemos de pasar en la vida, muchas son las cosas que hemos de tener en la vida, y muchas son las cosas que no nos quedaran en esta vida.
Ya dejemos esta pintura, este camuflaje, este antifaz.
Hemos sido manejados, hemos sido manipulados, el tiempo de liberar nuestra alma llego.
Siempre queda en nuestra mirada, la magia, entre espiga y espiga saltamos al abismo, solemos dejar entre espacios indeterminados, nuestros momentos de eterna felicidad.
Un eterno respiro, profundo, que aclara nuestra visión nocturna.
Serán muchas las montañas que hemos de trazar en la vida, y que de malo en escalarla de vez en cuando...
Las voces ocultas, gritan en mi alma, la apatía y soledad, son ahora una bella felicidad.